lunes, 17 de febrero de 1992

Política Económica: Mucho cacique y pocos indios

Los ministros del equipo económico continúan pisándose las mangueras. El representante de El Tiempo en el gobierno continua opinando acerca de los asuntos cafeteros.

Los primeros resultados en el campo económico no auguran un buen año. Si en la economía existieran las cabañuelas, las predicciones para todo el 92 no parecerían muy brillantes. Los encargados de la política no parecen haber encontrado la medicina adecuada para aliviar las dolencias que aquejan a la economía colombiana. La política monetaria, cambiaria y fiscal siguen siendo manejadas sin una clara orientación y sin producir los resultados esperados.

Las autoridades monetarias no han encontrado la manera de cumplir con unas metas de crecimiento del dinero. Los medios de pago siguen descontrolados. Las medidas tomadas no han logrado disminuir el crecimiento de la base monetaria. Las autoridades parecen, al igual que un amigo mío, haber tomado la decisión de seguir siendo indecisos. No saben todavía si es importante o no controlar los medios de pago. Como consecuencia de la falta de control las presiones inflacionarias se mantienen vivas.  En efecto, el costo de vida arrancó con patada de antioqueño en 1992.  El 3.5 por ciento del 92 superó con creces los resultados de los últimos años.

La política cambiaria sigue siendo utilizada como un elemento de control monetario.  La Junta Directiva del Banco de la República, ha continuado revaluando el peso para controlar el crecimiento de la base monetaria aún a costa de la competitividad externa. Las negras perspectivas externas del café, el petróleo y el carbón, se unen a un sombrío panorama de las importaciones no tradicionales  y, a una economía americana en recesión para augurar un mal año a las exportaciones.

La política fiscal sigue en el limbo. La tan mentada reforma tributaria espera que pasen las elecciones para que sea discutida en el Congreso. En consecuencia, el déficit fiscal se mantiene en niveles incompatibles con el equilibrio macroeconómico. Los huecos negros (Fondo Nacional del Café, Sector Eléctrico, ISS, Colpuertos, Metro de Medellín) donde desaparecen todos los fondos del gobierno siguen tan profundos como los de las calles santafereñas.

Las batallas económicas se están perdiendo porque parece que en el gobierno hay muchos caciques y pocos indios. Poner de acuerdo a seis economistas y un abogado en la Junta Directiva del Banco de la República, se ha mostrado bastante difícil. En temas tan importantes como, si se debía o no controlar las tasas de interés se presentaron importantes divergencias. La falta de estudios por parte de los funcionarios del Banco Central contribuye a dilatar las discusiones, e impide llegar a una pronta solución. Como si no fuera suficiente contar con seis opiniones, el Gobierno ha traído a destacados asesores que con sus densos documentos han contribuido a aumentar la entropía económica.


Los ministros del equipo económico continúan pisándose las mangueras. El representante de El Tiempo en el gobierno continua opinando acerca de los asuntos cafeteros. En la radio sostiene que el precio interno del café debe bajar antes de que sus colegas de Hacienda y Agricultura hayan tomado la decisión. Como si no tuviera suficiente trabajo con presidir la UNCTAD y fijar la política cafetera, el Doctor Santos decide también fijar las políticas de ensamble del país. Si se quiere que haya futuro en el frente económico, el Presidente Gaviria debería comenzar a buscar una embajada a los ministros que están impidiendo una marcha armoniosa del equipo económico.

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