Hay un gran problema por la falta de estudios
adecuados. Las vías se construyen sin
que existan estudios serios que respalden los documentos de la licitación.
La semana pasada FONADE
realizó un seminario en la Biblioteca Luis Ángel Arango sobre el tema del
titulo de esta columna. En el seminario
se presentaron los principales resultados obtenidos en las investigaciones
contratadas por el FONADE en años recientes.
Lamentablemente, la calidad de las presentaciones no resultó muy
homogénea y algunas de ellas dejaron muy descontentos a los invitados pues su
aporte al conocimiento del sector resultó minúsculo, además, las soluciones
propuestas revelaban un total desconocimiento de la realidad nacional.
Como dato curioso, se
puede decir que la mitad de las conferencias estuvieron a cargo de tres
economistas y las otras tres a cargo de ingenieros uno de ellos, el director
del a veces cuestionado Instituto Nacional de Vías. Juzgando por la intensidad de los comentarios
de los asistentes, el gremio de los economistas causó un mayor impacto
mostrando, en algunas ocasiones, un mejor entendimiento de la problemática del
sector.
Al final de la reunión
todo el mundo quedó de acuerdo, en algo que muchos sabíamos desde hace mucho
tiempo. Hay un gran problema por la
falta de estudios adecuados. Las vías se
construyen sin que existan estudios serios que respalden los documentos de la
licitación. Los estimativos de las
cantidades de obra están muy lejanos de los que finalmente terminan
ejecutándose. En promedio, los
estimativos iniciales terminan siendo una tercera parte de los costos finales
del proyecto, lo cual tiene obvios impactos negativos en la ejecución misma del
proyecto.
Por una parte, con unos
estimativos de costos tan alejados de la realidad es casi imposible realizar
una adecuada planeación. presupuestal.
Los contratos se quedan sin fondos durante su ejecución y debido a la
misma mecánica de adiciones presupuestales puede ocurrir que se trabaje menos
de la mitad del tiempo.
A nadie escapa que un
proceso de planeación en el que se aprueban proyectos con costos estimados muy
por debajo de los ejecutados es totalmente inadecuado. Las rentabilidades reales de los proyectos
resultan muy inferiores a las rentabilidades que sirvieron de base para la
aprobación del proyecto. Puede resultar
que muchos proyectos viales se conviertan en elefantes blancos como el Metro de
Medellín cuyos costos se subestimaron tremendamente y cuyos beneficios se
sobrestimaron en más de diez veces.
Más aún, si se tiene en
cuenta que los estudios iniciales sirven como elemento en la adjudicación de
los contratos de construcción puede llegar a ocurrir que el proponente
seleccionado como el mejor para hacer la obra planeada no fuera el mejor para
llevar a cabo la obra actualmente realizada.
El proceso actual en el que se toma la decisión de acuerdo con
estimativos que son la tercera parte del costo final es similar a uno en el que
un profesor escoja el mejor estudiante en un examen de tres preguntas
únicamente con base en la calificación de la primera pregunta.
Con el fin de mejorar el
proceso de planeación, el Instituto Nacional de Vías ha aumentado
considerablemente el ritmo de ejecución de los estudios. Indudablemente, esta es una medida adecuada
que va en la dirección correcta. Sin
embargo, teniendo en cuenta la poca precisión de los estudios existentes seria
muy recomendable que se hiciera una evaluación de las causas por las cuales los
estudios anteriores eran inadecuados. Si
no mejoramos la calidad de los estudios el aumento en la cantidad de ellos
puede ser contraproducente pues, en el corto plazo, puede ocurrir que no existan
las firmas con suficiente experiencia para hacerlo. La sequía de estudios de carreteras ha tenido
como consecuencia que las firmas muy grandes y de mayor experiencia hayan
dedicado sus esfuerzos a otros temas en el que la demanda ha sido mayor. Lamentablemente, son muy pocos los ingenieros
que hayan encontrado atractivo dedicarse al ramo del transporte y los pocos que
han tenido educación avanzada en los Estados Unidos han tenido que abandonar el
campo del transporte por la falta de demanda para sus servicios.
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