Todavía no es claro es si el éxito de la apertura se
logró por la aceleración notable en la inversión o si se dio por mejoras
significativas en la productividad.
A pesar de la importancia
del tema, la apertura económica colombiana no ha sido objeto de un análisis
serio y profundo que permita sacar lecciones claras sobre tan importante
proceso. La revisión de los ocurrido en
los últimos seis años permite comenzar a dilucidar algunos de los interrogantes
que se discutieron al comienzo del proceso.
La experiencia colombiana ha mostrado que es más recomendable una
apertura rápida y amplia. En primer
lugar, no solo el demorar la apertura hace que los enemigos de ella tengan tiempo
para sabotearla sino que además muchas veces inhibe las respuestas
adecuadas. Como se recuerda, la apertura
económica estuvo a punto de fracasar por quererla hacer muy despacio. Las importaciones se estancaron notablemente
en espera de una baja adicional de los aranceles y en una mayor revaluación del
peso. Solamente cuando se decidió
acelerar el proceso de apertura y cuando se adoptó una política de bajas tasas
de interés se logró consolidar el proceso de apertura económica.
En segundo lugar, no es fácil
realizar predicciones de quien va a ganar o perder en un proceso de apertura
pues el resultado final depende de muchos factores que no son fáciles de
predecir a priori. El éxito o el fracaso
de una rama industrial en un proceso de apertura depende de la adopción de
políticas novedosas y de la reacción que tengan posibles competidores
externos. Los reales factores claves del
éxito de una empresa son muy difíciles de prever y hasta los mejor informados
pueden equivocarse. Nadie en Colombia
pensaba que las ensambladores de vehículos, que habían gozado de enormes
niveles de protección, podrían sobrevivir una apertura tan extrema como la que
se planeaba. Sin embargo, la realidad ha
mostrado que el sector automotor logró un crecimiento espectacular en el
periodo pos apertura y que las ensambladores que lograron adaptarse mejor
subieron más sus ventas.
En resumen puede decirse
que el éxito de la apertura se debió en buena parte a su rapidez y amplitud. Lo
que no queda claro es si el éxito de la apertura se logró por la aceleración
notable en la inversión lo que llevó a contar con mejores equipos e
instalaciones o si se dio por mejoras significativas en la productividad. Es claro que las rebajas arancelarias de los
bienes de capital, las bajas tasas de interés real y la revaluación del peso
dispararon la demanda de inversión de los industriales. Las cifras de importaciones de bienes de
capital, y en general las de la inversión industrial muestran un notable
crecimiento en los años posteriores a la apertura económica. Por otra parte los estudios de los casos
exitosos son más consistentes con incrementos importantes en la productividad
total de los factores logrados como consecuencia de cambios en la mezcla de
productos y la especialización en las líneas más rentables.
Los primeros intentos
hechos por el DNP y FEDESARROLLO para medir la contribución del aumento de la
productividad total de los factores en el crecimiento de la industria
manufacturera parecen asignar todo el crecimiento de la producción industrial a
la formación de capital, dejando por fuera la importante contribución del
incremento de la productividad.
Al revisar las cifras y la
metodología empleada comienzan a surgir algunas posibles soluciones a este
enigma. Lo primero que queda claro es
que las mediciones del acervo de capital son en extremo inciertas. En primer lugar, la inversión no es llevada
por ramas de actividad económica sino por sectores institucionales y por lo
tanto el cálculo tanto de la inversión como del acervo de capital para la
industria manufacturera puede resultar poco preciso. Más aún, la manera como se mide el acervo de
capital no es la adecuada para calculo de productividad. Pero lo más grave es que la tasa de
depreciación económica del capital no se conoce y por lo general se estima a
partir de vidas útiles de los bienes que no siempre corresponden a lo que es
acertado desde el punto de vista teórico.
Pero si esto no fuera
suficiente para despertar serias dudas sobre los estimativos de los
investigadores del DNP y FEDESARROLLO, bastaría hacer la observación de que el
proceso mismo de apertura tiene que haber influido en el acervo de capital de
la industria. En primer lugar, al
disminuir los aranceles y abrirse la economía una parte de los equipos
productivos de las industrias se vuelven obsoletos y tienen que darse de
baja. La apertura causa pues una
disminución abrupta del acervo de capital que no es considerada en ninguno de
los dos estudios mencionados. En
consecuencia el acervo de capital y por tanto su contribución al crecimiento
del producto están sobrestimados.
Adicionalmente, después de
la apertura es de esperar que la depreciación del capital sea más rápida que
antes de la apertura y por lo tanto no debería ser lógico calcular el acervo de
capital con la misma tasa de depreciación antes y después de la apertura. Los dos estudios al calcular el acervo de
capital con la misma tasa antes y después de la apertura tienden a sobrestimar
el crecimiento del acervo de capital y por lo tanto a subestimar la contribución
de la productividad total de los factores.
Con el debido respeto que
merecen los investigadores de tan importantes entidades es conveniente anotar
que el país necesita un esfuerzo mayor para lograr establecer una respuesta
precisa a la pregunta clave del desarrollo.
¿Qué tanto se explica por el crecimiento de los factores y qué tanto se
explica por el crecimiento de la productividad.
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