martes, 12 de noviembre de 1996

Los noticieros de televisión de nuevo son noticia

La manera de evitar problemas en la adjudicación de los espacios de televisión es a través de un mecanismo que permita asignar los recursos escasos a los que están dispuestos a pagar más.

Cuando el Presidente Gaviria adjudicó los noticieros, Francisco Santos escribió una columna en la que denunció un tratamiento favorable a algunos de los principales contribuyentes a su campaña. Esta columna dio origen a diversos comentarios y sirvió de base para una investigación de la procuraduría que finalmente no concluyó en nada. Aprovechando la oportunidad brindada por la columna de Francisco Santos expuse nuevamente algunas de las ideas que he sostenido sobre la absurda manera como se adjudicaban los noticieros y demás programas de televisión.

A nadie escapa que el privilegio de poder utilizar una franja de alta sintonía para transmitir noticias tiene un importante valor económico. Un noticiero bien manejado genera ingresos por encima de los gastos incurridos en su elaboración y permite a sus dueños disfrutar de unas ganancias importantes. Fuera de estos beneficios económicos, el concesionario puede llegar a tener una influencia decisiva en la política y gozar de un reconocimiento popular. El poder de una administración que tiene en sus manos la adjudicación de espacios de televisión y de unas frecuencias de radio es mayor que la de una a la que no puede adjudicar estos recursos escasos.

El efecto económico de la adjudicación de estos recursos escasos tiene dos consecuencias diferentes desde el punto de vista económico. En primer lugar, si el adjudicatario no paga el verdadero valor económico el gobierno está haciendo una transferencia de recursos importante a sus amigos que por lo general no son los más necesitados. Esta asignación se puede convertir en una manera disfrazada de pagar el apoyo político pues el criterio de adjudicación muchas veces es el de compensar a los que más contribuyeron a la campaña del presidente de turno.

Por otra parte, la adjudicación a dedo, por lo general no es hecha a los más capaces sino que se hace a los amigos más cercanos que no siempre son los mejores empresarios de televisión. El público tiene que pagar el favoritismo del mandatario de turno soportando una programación pobre en la que predomina la defensa del mandatario de turno que hizo famoso al llamado noticiero lambicolor.

La manera de evitar estos dos problemas es a través de un mecanismo que permita asignar los recursos escasos a los que están dispuestos a pagar más por los espacios de televisión. Al igual que se hizo con la telefonía celular los futuros concesionarios deben hacer una oferta escrita en la que manifiesten lo que están dispuestos a pagar por cada uno de espacios disponibles. El que haya hecho la oferta más alta obtiene la concesión. De esta manera no solo no se está pagando por favores recibidos y fomentando el clientelismo sino que el público va a tener la mejor programación, pues es de suponer que quien está dispuesto a pagar más por un espacio tiene las cualidades requeridas para hacer el mejor noticiero.

El adjudicar los noticieros de televisión por el método de subasta además de tener unas propiedades atractivas desde el punto de vista de la teoría económica puede ser una solución de compromiso entre los partidarios de la revocatoria y los defensores de la situación actual. En efecto, los buenos noticieros y en especial los que han hecho inversiones considerables estarían dispuestos a hacer una oferta más alta que la de los amigos del régimen pues, no solo cuentan con la experiencia sino que sus instalaciones se han amortizado en estos seis años. Por otra parte, los amigos del Presidente Samper que verdaderamente saben hacer televisión podrán ganarse el derecho ofreciendo una cifra justa por el espacio que pretendan.


La confusión creada por los representantes amigos de Samper podría ser la ocasión para que la adjudicación de los recursos escasos del gobierno se haga por medio de una verdadera licitación lo que aseguraría una solución que cumpla con los objetivos de eficiencia y equidad. 

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