El fallo de la Corte en
la que declara inconstitucional el Decreto de Emergencia Económica permite
mirar con mayor tranquilidad el futuro del país. Es reconfortante encontrar un
fallo que demuestre que en Colombia todavía impera el Estado de Derecho. Los
agentes económicos han recibido un importante mensaje. El poder del ejecutivo
tiene un importante contrapeso en una institución que toma sus decisiones de
acuerdo con la legalidad de las medidas y no con la conveniencia política.
La confianza en las
instituciones es de gran importancia para los agentes económicos y permite
tomar decisiones de largo plazo. Para el país hubiera sido muy grave aceptar
que la imprevisión del gobernante es motivo suficiente para tomar unas medidas
improvisadas que tratarán de resolver a la hora de nona las graves dificultades
causadas por una gestión improvisada. Sería muy grave que los problemas de
fondo de la economía fueran resueltos por procedimientos extraordinarios en los
que no puede haber ninguna discusión por
parte de los afectados por las reformas propuestas.
Ahora que existe una
mayor claridad en las reglas de juego es necesario comenzar a enfrentar los
graves problemas económicos del país. Sin lugar a dudas, el más importante de
todos es el grave déficit fiscal que se ha originado en un incremento acelerado
del gasto público. A diferencia de lo que ocurre en el mundo, en Colombia el
Estado sigue creciendo. La participación del Estado sigue aumentando sin que
los resultados sean hoy mejores que hace cinco años.
El incremento en los
gastos del gobierno no han venido acompañados de mejoras en la calidad de vida
de las personas. El incremento en el gasto en justicia no ha contribuido de
manera significativa a garantizar a todos los colombianos una pronta y cumplida
justicia. Hoy como ayer, la justicia sigue siendo para los de rana y como la
prenda de nuestros altiplanos es cada vez menos popular la justicia llega cada
vez a menos personas.
Los gastos en defensa
no nos han asegurado la victoria sobre la subversión. Por el contrario, la
población se siente cada vez más indefensa. La guerrilla por el contrario se ha
internacionalizado y ahora ha desarrollado alianzas estratégicas con fuerzas
multinacionales para obtener millonarios rescates en moneda extranjera.
La ineficiencia del
gasto público ha resistido el embate de varias comisiones que han intentado ponerle
freno a este cáncer que absorbe todos los recursos que se le entreguen. Un
gobierno tan débil como el actual se ha resistido a actuar sobre el gasto
público y por el contrario lo ha incrementado para ganar el apoyo de los
políticos, de los sindicatos oficiales, y de las fuerzas armadas.
Infortunadamente, en
circunstancias recesivas, las medidas encaminadas a recaudar más impuestos no
parecen muy aconsejables. El aumento de los aranceles no solo ha puesto en
peligro las relaciones comerciales de Colombia con algunos de sus socios
comerciales sino que además ha dado una señal de alerta que parece estar
mostrando el interés del gobierno por acabar con la apertura económica. Los
industriales que le apostaron a la competencia internacional deben estar muy
desilusionados. Deben sentirse tan frustrados como aquellos que después de
haber hecho una cola larguísima se dan cuenta que hay unos vivos que están
entrando por la puerta falsa.
El aumento en las
tarifas del IVA propuesto recientemente tampoco es la solución indicada.
Aumentar las tarifas de un impuesto que tiene una evasión tan grande lo único
que hace es castigar más a los que respetan la ley y premiar a los que la
evaden. Quitarle los recursos al sector privado para darle los recursos al
sector público es como quitarle el dinero a las hormigas que han trabajado
durante todo el verano para dárselo al grillo que vivía en eterna rumba. Pero
más grave aún, el aumento de impuestos en una situación recesiva es la receta
adecuada para empeorar la situación. Tal como se demostró en el pasado
reciente, el déficit fiscal se agrava durante las recesiones pues los recaudos
tienen un fuerte componente cíclico.
Si el gobierno quisiera
eliminar la incertidumbre creada por la declaratoria de emergencia económica
debería comenzar a enfrentar seriamente el problema del déficit fiscal. Con
medidas coyunturales no será posible solucionar los problemas estructurales del
país.
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