Los libros de texto de
principios de economía enseñan que, por regla general, una reducción en la tasa
de inflación viene acompañada por un aumento en la tasa de desempleo. Más aún,
con el fin de lograr que los estudiantes recuerden esta importante relación han
acuñado el concepto de la relación de sacrificio. Para ilustrar la importancia
de este concepto, algunos de los autores incluyen estimativos de cuanto pierden
los Estados Unidos en términos del desempleo y del producto nacional por
reducir cada punto porcentual de la tasa de inflación. Los estudiantes después
de leer la explicación del libro de texto y de oír la explicación de su
profesor queda convencido que la economía sirve para algo práctico y que puede
servir de base para tomar decisiones de política económica pues lo lógico sería
hacer un estudio costo beneficio para saber si vale la pena reducir la
inflación.
Desafortunadamente,
este convencimiento que se logra con gran esfuerzo de profesores y alumnos
comienza a desvanecerse cuando el alumno comienza a leer los periódicos. Los
comentaristas que han atacado la apertura en lugar de reconocer que es el
resultado de una decisión de disminuir la inflación reiteran por enésima vez
que esto es consecuencia del modelo neoliberal del anterior gobierno. Las
consecuencias nefastas del proceso de apertura se comienzan a manifestar, según
estos comentaristas, a los siete años de su implantación y no de manera
inmediata como argumentaron cuando defendieron la idea de la gradualidad y
selectividad de la apertura.
En su afán de
justificar sus recomendaciones sobre el modelo de desarrollo más adecuado para
el país política caen en el error de asignar causas estructurales a un fenómeno
que obedece más a circunstancias coyunturales creadas por un mal manejo de la
economía por parte del gobierno de turno. El fracaso de la política económica
del Gobierno Samper es tan grande que ya se reconoce de manera unánime lo que
un perspicaz analista describió como el mundo al revés. Un gobierno que
prometió frenar la devaluación terminó aumentándola, un gobierno que prometió
aumentar la tasa de crecimiento la redujo a niveles insospechados. El gobierno
que prometió crear un millón seiscientos mil empleos ha logrado llevar el
número de desempleados a la mitad de su meta de aumento de empleos.
Pero lo que es más
triste, el gobierno que ha aumentado el desempleo a niveles que para muchos
comienza a ser preocupante en lugar de salir a decir que es la consecuencia de
buscar una disminución de la tasa de inflación que es lo que enseña la lógica
económica, trata de convencernos de que es la consecuencia de sus acciones.
Como el Chapulín Colorado quiere convencernos que esto estaba fríamente
calculado cuando inició el ajuste ético. Los errores de política económica se
tratan de justificar como el costo que tiene que pagar la sociedad para
librarse de uno de sus grandes problemas.
Sin entrar a discutir
si el ajuste ético tiene o no sus costos es necesario destacar que precisamente
el objetivo de una política económica debe ser el compensar cualquier evento
por fuera del control de las autoridades económicas. Si el país se decide
lanzar a una guerra las autoridades económicas deben prever los ajustes
económicos que tienen que hacer para que el aumento del gasto necesario para
poder ganar la guerra no tenga efectos nocivos sobre la actividad económica. El
gobierno del Presidente Johnson en los Estados Unidos ha sido encontrado
culpable por los analistas económicos, precisamente por no haber elevado los
impuestos a tiempo y por lo tanto por haber desatado una inflación galopante
que solo pudo ser corregida con graves costos más de diez años después.
El cuento del ajuste
ético sería creíble en un gobierno que se hubiera destacado por su
responsabilidad fiscal y que hubiera mantenido un control sobre los gastos. Ese
gobierno podría alegar que sus prioridades estaban más por el lado de la
responsabilidad fiscal que por mantener una demanda agregada alta y que había
hecho una elección consciente entre la estabilidad de precios y el desempleo.
Es muy triste que personas tan respetables como la Directora de Planeación y el
Ministro de Hacienda estén envueltos en un juego de palabras que busca
desorientar a la gente y ocultar la realidad que la disminución de la inflación
se ha tenido que pagar con un aumento en el desempleo.
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