sábado, 21 de junio de 1997

¿Quién tiene la razón: David Ricardo o Michael Porter?

Los seis años de apertura han producido la evidencia necesaria para comenzar a dilucidar cual de las dos teorías tiene más validez.

Los defensores del modelo de desarrollo hacia dentro siempre han sostenido que un país en vía de desarrollo debe mantener altas barreras arancelarias para poder competir en la economía mundial pues consideran que si se abre la competencia los productores nacionales perderán ante la superioridad manifiesta de los productores extranjeros.  Similar posición han sostenido algunos de los grandes teóricos de la Administración como el Profesor Porter, quien ha tratado de convencernos que para poder competir en el Ámbito mundial las empresas y los países deben acabar con las desventajas competitivas que les impiden tener éxito en una economía global.

Por el contrario, los economistas y muchos de los partidarios de la apertura han venido sosteniendo un concepto mucho más sofisticado.  Los países y las firmas pueden competir a escala mundial si se especializan en la producción de los bienes y servicios en los que tienen una ventaja comparativa.  Tal como lo mostró David Ricardo, un país que tenga una desventaja a absoluta en la producción de todos los bienes puede competir a escala mundial si se especializa en la producción de los bienes para los cuales sea menos malo.  No es necesario esperar a ser el mejor en todos los bienes o en algunos de ellos para poder sobrevivir en la competencia global sino que esto se puede lograr mediante la especialización en la producción de algunos bienes.

Los seis años de apertura han producido la evidencia necesaria para comenzar a dilucidar cual de las dos teorías tiene más validez.  Lo sucedido con las ensambladoras de vehículos es bastante ilustrativo.  Los fabricantes de vehículos tradicionalmente han sido defensores de la protección a la producción nacional.

Algunos de ellos han estado dispuestos a pagar un precio alto por el derecho a ensamblar vehículos en un mercado protegido.  Por ejemplo, la Renault, estuvo dispuesta a pagar una valor alto por las acciones de SOFASA bajo el supuesto de que la protección se fuera a mantener indefinidamente.  Cuando el gobierno decidió hacer la apertura los nuevos dueños de SOFASA considerando que las instalaciones colombianas eran menos productivas, se sintieron perjudicados y comenzaron a solicitar una indenmización por los posibles perjuicios ocasionados por la apertura de la economía colombiana.

La realidad ha mostrado que las inquietudes de los nuevos dueños de SOFASA resultaron infundadas.  Las ensambladoras colombianas han progresado en los ú1timos seis años y la apertura les ha favorecido.  Los fabricantes no tuvieron que hacer inversiones cuantiosas para ampliar la capacidad de sus plantas a niveles de 300 mil unidades que ha sido considerada como el mínimo para competir en una economía global.  La respuesta de las ensambladoras esta más en línea con el principio de la ventaja comparativa pues se dedicaron a producir los vehículos en que su desventaja era menor en términos relativos, complementando su oferta con vehículos importados de otros países.

Más aún, aprovecharon la gran ventaja que les daba una amplia red de distribución para competir con éxito con otros productores que ofrecían precios más favorables. En poco tiempo, estos productores que quisieron competir solo con el precio perdieron la pelea con las ensambladoras nacionales y aquellos importados que lograron montar una adecuada red de distribución.  Las ensambladoras lograron adaptarse al nuevo entorno mediante la especialización y la utilización del principio de la ventaja comparativa.

Algunos productores que tenían un producto mejor lograron penetrar el mercado colombiano, pero para ello tuvieron que hacer inversiones considerables en montar una buena red de distribución y servicio que le garantizara al dueño del vehículo su inversión por muchos años.

Otras experiencias exitosas confirman la validez del principio de la ventaja comparativa. El grupo Corona, fabricante de porcelana sanitaria aprovechó su amplio conocimiento del mercado de la construcción para ampliar sus actividades de distribución complementando su línea con artículos importados.  Los American Home Centers establecidos en Bogotá, ofrecen una amplia variedad de artículos de construcción y sirven como un canal de distribución de los principales artículos del Grupo Corona.

El conocimiento del mercado y los contactos con los minoristas también han resultado factores claves del éxito para muchos productores de alimentos.  En lugar de ponerse a hacer cuantiosas inversiones para competir con los fabricantes a escala mundial muchos de los productores como Rica Rondo o Nestlé se han concentrado en algunas de sus líneas y han importado productos de la competencia que distribuyen a través de sus propios canales.

La apertura económica ha permitido a muchas fábricas que poseían una gran fortaleza en el mercadeo especializarse en estas labores y ampliar su presencia mediante la distribución de productos importados que aparentemente iban a acabar con la producción nacional.  Los consumidores han ganado pues ahora tienen unos productores que han mejorado su eficiencia mediante mejoras en la productividad lograda a través de inversiones mejores y más moderna fábricas y a través de una juiciosa especialización en las actividades en que poseen una ventaja comparativa.


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