Los seis años de apertura han producido la evidencia necesaria para
comenzar a dilucidar cual de las dos teorías tiene más validez.
Los defensores del modelo de desarrollo hacia dentro siempre han
sostenido que un país en vía de desarrollo debe mantener altas barreras
arancelarias para poder competir en la economía mundial pues consideran que si
se abre la competencia los productores nacionales perderán ante la superioridad
manifiesta de los productores extranjeros.
Similar posición han sostenido algunos de los grandes teóricos de la
Administración como el Profesor Porter, quien ha tratado de convencernos que
para poder competir en el Ámbito mundial las empresas y los países deben acabar
con las desventajas competitivas que les impiden tener éxito en una economía
global.
Por el contrario, los economistas y muchos de los partidarios de la
apertura han venido sosteniendo un concepto mucho más sofisticado. Los países y las firmas pueden competir a
escala mundial si se especializan en la producción de los bienes y servicios en
los que tienen una ventaja comparativa.
Tal como lo mostró David Ricardo, un país que tenga una desventaja a
absoluta en la producción de todos los bienes puede competir a escala mundial
si se especializa en la producción de los bienes para los cuales sea menos
malo. No es necesario esperar a ser el
mejor en todos los bienes o en algunos de ellos para poder sobrevivir en la
competencia global sino que esto se puede lograr mediante la especialización en
la producción de algunos bienes.
Los seis años de apertura han producido la evidencia necesaria para
comenzar a dilucidar cual de las dos teorías tiene más validez. Lo sucedido con las ensambladoras de
vehículos es bastante ilustrativo. Los
fabricantes de vehículos tradicionalmente han sido defensores de la protección
a la producción nacional.
Algunos de ellos han estado dispuestos a pagar un precio alto por el
derecho a ensamblar vehículos en un mercado protegido. Por ejemplo, la Renault, estuvo dispuesta a
pagar una valor alto por las acciones de SOFASA bajo el supuesto de que la
protección se fuera a mantener indefinidamente.
Cuando el gobierno decidió hacer la apertura los nuevos dueños de SOFASA
considerando que las instalaciones colombianas eran menos productivas, se
sintieron perjudicados y comenzaron a solicitar una indenmización por los
posibles perjuicios ocasionados por la apertura de la economía colombiana.
La realidad ha mostrado que las inquietudes de los nuevos dueños de
SOFASA resultaron infundadas. Las
ensambladoras colombianas han progresado en los ú1timos seis años y la apertura
les ha favorecido. Los fabricantes no
tuvieron que hacer inversiones cuantiosas para ampliar la capacidad de sus plantas
a niveles de 300 mil unidades que ha sido considerada como el mínimo para
competir en una economía global. La
respuesta de las ensambladoras esta más en línea con el principio de la ventaja
comparativa pues se dedicaron a producir los vehículos en que su desventaja era
menor en términos relativos, complementando su oferta con vehículos importados
de otros países.
Más aún, aprovecharon la gran
ventaja que les daba una amplia red de distribución para competir con éxito con
otros productores que ofrecían precios más favorables. En poco tiempo, estos
productores que quisieron competir solo con el precio perdieron la pelea con
las ensambladoras nacionales y aquellos importados que lograron montar una
adecuada red de distribución. Las
ensambladoras lograron adaptarse al nuevo entorno mediante la especialización y
la utilización del principio de la ventaja comparativa.
Algunos productores que tenían un producto mejor lograron penetrar el
mercado colombiano, pero para ello tuvieron que hacer inversiones considerables
en montar una buena red de distribución y servicio que le garantizara al dueño
del vehículo su inversión por muchos años.
Otras experiencias exitosas confirman la validez del principio de la
ventaja comparativa. El grupo Corona, fabricante de porcelana sanitaria
aprovechó su amplio conocimiento del mercado de la construcción para ampliar
sus actividades de distribución complementando su línea con artículos importados. Los American Home Centers establecidos en
Bogotá, ofrecen una amplia variedad de artículos de construcción y sirven como
un canal de distribución de los principales artículos del Grupo Corona.
El conocimiento del mercado y los contactos con los minoristas también
han resultado factores claves del éxito para muchos productores de
alimentos. En lugar de ponerse a hacer
cuantiosas inversiones para competir con los fabricantes a escala mundial
muchos de los productores como Rica Rondo o Nestlé se han concentrado en algunas
de sus líneas y han importado productos de la competencia que distribuyen a
través de sus propios canales.
La apertura económica ha permitido a muchas fábricas que poseían una
gran fortaleza en el mercadeo especializarse en estas labores y ampliar su
presencia mediante la distribución de productos importados que aparentemente
iban a acabar con la producción nacional.
Los consumidores han ganado pues ahora tienen unos productores que han
mejorado su eficiencia mediante mejoras en la productividad lograda a través de
inversiones mejores y más moderna fábricas y a través de una juiciosa
especialización en las actividades en que poseen una ventaja comparativa.
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