martes, 24 de junio de 1997

Una luz en las tinieblas

Si la situación económica no ha llegado a extremos graves es porque afortunadamente el gobierno central ha perdido el monopolio del manejo económico.

La Administración Samper no ha podido cumplir ninguna de sus promesas.  Las políticas económicas adoptadas no han tenido el efecto deseado.  Su plan de empleo no se ha cumplido ni siquiera en la cuarta parte.  El pacto social no ha logrado cumplir con su meta del dieciocho por ciento pues la inflación continua por encima del veinte por ciento.  El sano equilibrio de las finanzas no se ha podio lograr y el gobierno ha tenido que apelar a una nueva reforma tributaria con el fin de tapar el inmenso hueco fiscal dejado por un ambicioso plan de desarrollo.  El clima de los negocios y la confianza en el gobierno han entrado en barrena.  Los indicadores económicos cada vez son más negativos.

Paradójicamente, el único logro ha sido el frenar la devaluación real del peso que, en realidad, es un reflejo de la desconfianza que tiene el público en las políticas del gobierno y que refleja más bien el manejo que le ha dado el Banco de la República a las políticas monetaria y cambiaria y que muestra las bondades de contar con un Banco de la República independiente que no ha sido afectado por el desprestigio de la Administración Samper.

Si la situación económica no ha llegado a extremos graves es porque afortunadamente el gobierno central ha perdido el monopolio del manejo económico.  La descentralización y las reformas al Banco de la República han recortado los poderes omnímodos del gobierno central y, por tanto, han hecho menos vulnerable a la economía colombiana a una crisis política.  Los cambios institucionales han introducido elementos estabilizadores que dan una mayor confianza al sector privado.  En estas circunstancias, los cambios que puedan ocurrir en el gobierno nacional no tienen porque afectar ni a la autoridad monetaria ni a los departamentos y municipios.

En estas circunstancias lo que se requiere es un gran esfuerzo por parte del Banco de la República y de los gobiernos locales para dar un ejemplo de manejo serio y responsable.  Los gobiernos locales tienen que mejorar su eficiencia sin apelar al fácil expediente de subir los impuestos para financiar un aparato totalmente ineficiente.  La autoridad monetaria tiene que obrar con mucho tino para evitar que la falta de confianza en el gobierno central lleva a la tan temida recesión.

En estas circunstancias en que se ha perdido la confianza en el gobierno es preciso tener especial cuidado en el campo de la política cambiaria.  El dólar ha superado la barrera psicológica de los mil pesos sin que se haya logrado una estabilidad de precios.  La posibilidad de usar una paridad fija con relación al dólar se ha perdido pues a nadie en su sano juicio se le ocurriría en estas circunstancias recomendar una congelación de la tasa de cambio pues cualquier beneficio que se lograra en el frente inflacionario se perdería en el campo de la competitividad pues el peso en muy poco tiempo se sobre valoraría lo que llevaría a una pérdida de competitividad y a una crisis cambiaria.

En estas circunstancias lo que se requiere en el frente cambiario es un cambio en la banda cambiaria buscando que el actual valor del peso quede en el punto medio de la banda.  La razón principal de este cambio es evitar que cualquier fluctuación en la cotización del dólar tenga efectos importantes en el frente monetario.  El estado de la economía no permite que una demanda transitoria de dólares tenga efectos nocivos como un aumento en la tasa de interés.  La recuperación del margen de maniobra en el frente cambiario por parte del Banco de la República es clave en este momento en el que se prevé una devaluación en Venezuela.

La eliminación de las tasas de cambio múltiples en especial el cobro de un diez por ciento de retención a las exportaciones de servicios es muy conveniente en momentos en los que cualquier evento puede romper el precario equilibrio entre la oferta y demanda de divisas.  La eliminación de esta retención en la fuente puede contribuir a unir dos segmentos del mercado en los que hoy en día existe una diferencia del cinco por ciento.  La integración del mercado cambiario no solo mejora la eficiencia sino que, además, puede contribuir a una pequeña disminución en la inflación como consecuencia de una moderación en el crecimiento del dólar oficial.

En estos momentos tan difíciles para el país lo que realmente se necesita es que las autoridades que tienen algo de credibilidad ejerzan su liderazgo.  El pueblo colombiano espera que el Banco de la República y los gobiernos locales que todavía conservan la legitimidad de su mandato llenen el vacío que ha dejado la crisis en el gobierno central.



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