La falta de una
interventoría adecuada en las canalizaciones realizadas por la Empresa de Teléfonos
ha vuelto a poner de moda el solo hueco inaugurado por el Alcalde Juan Martín
Caicedo
Alvaro
Pachón Muñoz
El tema del transporte
en Bogotá ha tomado una inusitada vigencia en los últimos días. Los medios de
comunicación masiva le han dado un extenso cubrimiento al tema. Los expertos en
transporte hemos tenido nuestro cuarto de hora de fama. En las tres últimas
semanas he sido entrevistado por un noticiero de televisión, por un noticero
radial y por una revista semanal.
De la amplia discusión
sobre el tema comienza a quedar claro que la situación del transporte en Bogotá
se ha deteriorado en los últimos años. Las vías se encuentran en pésimo estado.
El Alcalde de Verdad dejó un sistema vial en pésimas condiciones. El auge de la
construcción en los últimos años y el tráfico de camiones por vías no diseñadas
para el tráfico pesado han contribuido a la destrucción de innumerables vías
secundarias de la ciudad. La falta de una interventoría adecuada en las
canalizaciones realizadas por la Empresa de Teléfonos ha vuelto a poner de moda
el solo hueco inaugurado por el Alcalde Juan Martín Caicedo. Estos carriles
exclusivos para huecos son, sin lugar a dudas, una de las principales causas de
los trancones en Bogotá.
El bendito apagón y el
mal mantenimiento de los semáforos han dejado el control del tráfico en las
principales intersecciones de la ciudad en las manos de soldados bachilleres y
de los policías de tráfico. El caos creado por la falta de semáforos se
magnifica con el cierre de las principales vías a causa de las amenazas de los
terroristas. Ante la amenaza de los carros bombas cada propietario bloquea el frente de su edificación mediante
cadenas, canecas, vallas y demás aditamentos que impiden no solo el parqueo
sino que además reducen la capacidad vial y aumentan los problemas de
congestión en la ciudad. Ante la ausencia de una verdadera autoridad, estos
propietarios se convierten en el equivalente del perro del hortelano que ni
come ni deja comer.
Pero si esto fuera
poco, la ciudad se ha enfrentado por un lado a un aumento acelerado del parque
automotor como consecuencia del proceso de apertura comercial y por otro, al
estancamiento en la construcción de nuevas vías originado en la difícil
situación financiera de la ciudad. La demanda creciente enfrentada a una oferta
constante obviamente lleva a una situación explosiva.
Sin entrar a mencionar
los incontables trámites que se requieren para la renovación del pase, el pago
de impuestos y la absurda calcomanía que dan origen la corrupción denunciada
recientemente en el noticiero TV Hoy, es claro que gran parte del problema se
origina en el descuido que mantiene el gobierno bogotano la infraestructura
vial. El gobierno bogotano ha entregado el espacio público al primero que lo
demande. Si un constructor destruye una vía, el gobierno bogotano ni se entera
y menos lo obliga a reconstruirla. Cualquier persona puede cerrar cualquier
vía, sin autorización del propietario del espacio público o sea el gobierno
bogotano. La ETB acaba con la Avenida de Chile sin que las autoridades se
enteren. La ETB se contenta con hacer colocar una vallita en que dicen
discúlpenos estamos trabajando para Usted. Cuando deberían decir discúlpenos
pues somos unos irresponsables que no nos importa el daño que estamos causando
a la ciudadanía.
El gobierno bogotano
debe convencerse de que es el dueño de las vías y que por lo tanto como
cualquier propietario diligente tiene la obligación de mantenerlas en buen
estado. La mala situación financiera del Distrito no es una buena excusa pues
los usuarios saben que están pagando bastante por el uso de estas vías a través
de elevados impuestos a la propiedad de sus vehículos y de sus predios.
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