lunes, 23 de mayo de 1994

El espectro del desempleo regresa después de viente años

La experiencia de los últimos años debe enseñarnos a aceptar que las enseñanzas del Profesor Phillips deben archivarse en el baúl de los recuerdos y que el costo de una política de estabilización no puede calcularse de una manera fácil.
  
Los asesores del candidato presidencial por el partido liberal han sacado de sus empolvados anaqueles argumentos que fueron descartados hace más de veinte años. Las altas tasas de inflación vuelven a justificarse como la consecuencia inevitable de las políticas necesarias para mantener la economía en altos niveles de empleo. Con una falsa precisión para impresionar al público televidente, la reducción de la inflación a niveles de un dígito se calcula en medio millón de nuevos desempleados.

La nostalgia por épocas en que los Beatles deslumbraban al mundo con sus canciones pareciera estar detrás de este redescubrimiento de la fallecida Curva de Phillips. Los libros de texto contemporáneos del Sargent's Pepper Lonely Hearts Club Band traían el famoso diagrama del Profesor Phillips en el que la tasa de inflación variaba inversamente con la tasa de inflación y que por lo tanto permitía concluir que la reducción de la inflación estaba asociada con un aumento permanente en la tasa de desempleo.

Sin embargo, este dogma de finales de los sesenta no resistió el paso de los años. Las dos crisis del petróleo ocurridas en los años setenta acabaron con las relaciones estables entre las tasas de inflación y desempleo. La historia económica de los setenta mostró un comportamiento enteramente diferente. Los países con las menores tasas de inflación lograron los mejores índices en el campo del empleo. El Japón mostró resultados positivos en el campo del empleo y el crecimiento económico. Los países que siguieron la propuesta de acomodar la inflación terminaron con sus economías en total desequilibrio. El no enfrentar a tiempo el ajuste requerido no solo no tuvo efectos permanentes en el empleo sino que contribuyó en buena parte a magnificar el problema de la deuda externa.

Como si no fuera suficiente el ataque propinado por las dos crisis del petróleo, la famosa Curva de Phillips tuvo que resistir el ataque de los profesores Friedman y Phelps que demostraron que desde el punto de vista teórico no podría existir una relación estable entre la inflación y el desempleo. Estos dos distinguidos académicos lograron convencer a la profesión de que cualquier relación empírica entre inflación y desempleo necesariamente tendría que ser de carácter transitorio.

El entierro de la curva de Phillips y la aceptación de la posibilidad de tener diferentes tasas de inflación para un mismo nivel de desempleo abrió paso a interesantes debates sobre el verdadero costo de una reducción de la inflación. Para los discípulos de Keynes la reducción de la inflación por medio de políticas restrictivas venía acompañada de aumentos transitorios en las tasas de desempleo, mientras que para los economistas de Chicago y del FMI la disminución de la inflación podría lograrse sin costos elevados si se lograba diseñar una política que fuera creíble y que influyera en las expectativas de inflación de los agentes económicos.

La controversia académica pronto se tradujo en definición de políticas de estabilización. Los países ensayaron las diversas recomendaciones con diferente éxito. Algunos lograron bajar la inflación a costa de una desaceleración temporal del crecimiento de la economía y un aumento de las tasas de desempleo. Otras experiencias resultaron frustrantes. Los planes heterodoxos como el Cruzado en Brasil y el Austral en Argentina resultaron desastrosos, pues no solo no controlaron la inflación, sino que dieron lugar a fuertes desequilibrios. Algunos como el plan de estabilización diseñado por Domingo Cavallo para Argentina y el de Bolivia elaborado con la asesoría de Jeffrey Sachs, lograron lo imposible. Disminuir la inflación sin aumentar el desempleo.


La experiencia de los últimos años debe enseñarnos a aceptar que las enseñanzas del Profesor Phillips deben archivarse en el baúl de los recuerdos y que el costo de una política de estabilización no puede calcularse de una manera fácil. El ponerle costos a esta política en términos de empleo apelando a conceptos totalmente revaluados no es la mejor manera de discutir temas tan importantes como la estabilización de la economía colombiana.

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