lunes, 13 de febrero de 1995

Reelegir a los buenos y enterrar a los muertos

Si hay reelección inmediata, las ciudades van a ver como los buenos Alcaldes se dedican a realizar las obras verdaderamente fundamentales.

Los temas de interés periodístico suelen llegar en grupos. Hay semanas en que a los columnistas nos toca devanarnos los sesos para encontrar un tema de interés, mientras que en otras la abundancia de temas noticiosos conduce a horas de insomnio en las que se medita sobre las posibilidades de los diferentes temas. La última semana fue fecunda en acontecimientos. ANIF y FEDESARROLLO presentaron su análisis de la situación macroeconómica y sectorial en la que se trataron temas de especial interés dignos de ser comentados. El Instituto de los Seguros Sociales mostró una vez más su total ineficiencia cuando no pudo poner a disposición de los usuarios los formularios necesarios para hacer la consignación de los aportes mientras su Director defendía la compra de elefantes blancos. Por si esto fuera poco reguladores y regulados se dedican a hacerse la vida fácil pidiendo los unos y regalando los otros pasajes para los auto-homenajes celebrados en la frontera colombo venezolana.

La angustia del columnista ante la abundancia de temas de actualidad se vuelve casi intolerable cuando en las horas de insomnio se da cuenta que tiene un tema importante que ha querido tratar y que nunca ha encontrado la oportunidad de hacerlo. Después de sopesar los pros y contras de la actualidad sobre la importancia he llegado a la conclusión de que en esta ocasión es necesario tratar un tema que si bien en el momento no está de moda si puede convertirse en poco tiempo en tema de actualidad.

La finanzas locales y su impacto en las finanzas nacionales ha comenzado a aparecer en las discusiones sobre la financiación del Salto Social. Como muy bien lo anotó el Director de Planeación en su presentación en el seminario organizado por ANIF, buena parte del déficit del gobierno central durante el próximo cuatrienio se va a deber al aumento acelerado de las transferencias del gobierno central a los gobiernos locales. El fallo de la Corte y la reacción de los gobiernos locales muestra que si bien es posible fijar unas restricciones a la financiación de los gastos de funcionamiento con los recursos de las transferencias, en la práctica la presión de los burócratas locales y sus amigos a nivel central impide un sano control de los gastos locales.

Si el país quiere mantener una situación fiscal sana debe a la mayor brevedad emprender una reforma drástica de su esquema de transferencias. Tiene que llegar a la penosa conclusión que a los constituyentes se les fue la mano en la rapidez como se aumentaron las transferencias y que los mecanismos compensatorios contemplados en la reforma de las finanzas intergubernamentales no fueron suficientes. Por tanto es necesario emprender una importante reforma tributaria de carácter local en la que se asegure que los recursos para el funcionamiento se generen a nivel local y en el que el gasto público sea realizado con mayor eficiencia y eficacia.


No solo es necesario reforzar los controles y emprender una reforma de carácter local que sustituya los ingresos necesarios para los gastos de funcionamiento sino que se requiere de un cambio importante en las limitaciones impuestas en los períodos de los alcaldes.

El haber implantado la no reelección inmediata y un período de tres años pareció, en su momento, una buena idea pues evitaba que los alcaldes utilizaran el poder para perpetuarse indebidamente en el puesto. Sin embargo, la realidad resultó muy distinta. En primer lugar, la experiencia ha mostrado que la ciudadanía se da cuenta fácilmente de quien es buen alcalde y merece ser reelegido, la limitación a la reelección resulta en estas circunstancias superflua. En segundo lugar, cuando no hay reelección el Alcalde se preocupa más por su siguiente etapa en su vida política que en hacer una buena alcaldía pues sabe que no puede ser reelegido. Algunos pueden llegar a ser tan miopes que dejan totalmente endeudado a la ciudad  tratando de hacer obras faraónicas para que los recuerde y sigan ascendiendo por encima de su nivel de incompetencia.

El caso de Bogotá es tal vez el más destacado. Los Alcaldes Castro y Caicedo nunca se preocuparon por cambiar realmente la ciudad sino que intentaron hacer una serie de puentes sobre la Avenida Ciudad de Quito convencidos que con eso podrían lograr la Presidencia de la República. En lugar de hacer las reformas necesarias en la Administración para asegurar una financiación sana de la ciudad decidieron irse por el camino fácil de meterle la mano a los contribuyentes aumentando exageradamente los impuestos.

Lo triste del caso es que a pesar de haber salido totalmente desprestigiados de su cargo siguen aspirando a llegar alguna vez al solio de Bolívar. Tratan ahora de mostrar que son unos estadistas profundos, cuando nunca pudieron ejercer un liderazgo a nivel local. Si hubiera habido una reelección inmediata, tanto Castro como Caicedo hubieran sufrido una tremenda barrida y ahora estarían enterrados políticamente.

Si hay reelección inmediata, las ciudades van a ver como los buenos Alcaldes se dedican a realizar las obras verdaderamente fundamentales,  contando con el apoyo popular por varios períodos.  El Cura Hoyos reconocido como buen Alcalde por todos los barranquilleros ha debido continuar. Si el Doctor Mockus nos logra educar y Bogotá se vuelve a convertir en la Atenas Suramericana es mejor dejarlo como Alcalde que mandarlo al Palacio de Nariño para que allá aprenda a manejar el País del Sagrado Corazón.



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