Si la situación económica
no ha llegado a extremos graves es porque afortunadamente el gobierno central
ha perdido el monopolio del manejo económico.
La Administración Samper
no ha podido cumplir ninguna de sus promesas.
Las políticas económicas adoptadas no han tenido el efecto deseado. Su plan de empleo no se ha cumplido ni
siquiera en la cuarta parte. El pacto
social no ha logrado cumplir con su meta del dieciocho por ciento pues la
inflación continua por encima del veinte por ciento. El sano equilibrio de las finanzas no se ha
podio lograr y el gobierno ha tenido que apelar a una nueva reforma tributaria
con el fin de tapar el inmenso hueco fiscal dejado por un ambicioso plan de
desarrollo. El clima de los negocios y
la confianza en el gobierno han entrado en barrena. Los indicadores económicos cada vez son más
negativos.
Paradójicamente, el único
logro ha sido el frenar la devaluación real del peso que, en realidad, es un
reflejo de la desconfianza que tiene el público en las políticas del gobierno y
que refleja más bien el manejo que le ha dado el Banco de la República a las
políticas monetaria y cambiaria y que muestra las bondades de contar con un
Banco de la República independiente que no ha sido afectado por el desprestigio
de la Administración Samper.
Si la situación económica
no ha Llegado a extremos graves es porque afortunadamente el gobierno central
ha perdido el monopolio del manejo económico.
La descentralización y las reformas al Banco de la República han recortado
los poderes omnimodos del gobierno central y, por tanto, han hecho menos
vulnerable a la economía colombiana a una crisis política. Los cambios institucionales han introducido
elementos estabilizadores que dan una mayor confianza al sector privado. En estas circunstancias, los cambios que
puedan ocurrir en el gobierno nacional no tienen porque afectar ni a la
autoridad monetaria ni a los departamentos y municipios.
En estas circunstancias lo
que se requiere es un gran esfuerzo por parte del Banco de la República y de
los gobiernos locales para dar un ejemplo de manejo serio y responsable. Los gobiernos locales tienen que mejorar su
eficiencia sin apelar al fácil expediente de subir los impuestos para financiar
un aparato totalmente ineficiente. La
autoridad monetaria tiene que obrar con mucho tino para evitar que la falta de
confianza en el gobierno central lleva a la tan temida recesión.
En estas circunstancias en
que se ha perdido la confianza en el gobierno es preciso tener especial cuidado
en el campo de la política cambiaria. El
dólar ha superado la barrera psicológica de los mil pesos sin que se haya
logrado una estabilidad de precios. La
posibilidad de usar una paridad fija con relación al dólar se ha perdido pues a
nadie en su sano juicio se le ocurriría en estas circunstancias recomendar una
congelación de la tasa de cambio pues cualquier beneficio que se lograra en el
frente inflacionario se perdería en el campo de la competitividad pues el peso
en muy poco tiempo se sobre valoraría lo que llevaría a una pérdida de
competitividad y a una crisis cambiaria.
En estas circunstancias lo
que se requiere en el frente cambiario es un cambio en la banda cambiaria
buscando que el actual valor del peso quede en el punto medio de la banda. La razón principal de este cambio es evitar
que cualquier fluctuación en la cotización del dólar tenga efectos importantes
en el frente monetario. El estado de la economía
no permite que una demanda transitoria de dólares tenga efectos nocivos como un
aumento en la tasa de interés. La
recuperación del margen de maniobra en el frente cambiario por parte del Banco
de la República es clave en este momento en el que se prevé una devaluación en
Venezuela.
La eliminación de las
tasas de cambio múltiples en especial el cobro de un diez por ciento de
retención a las exportaciones de servicios es muy conveniente en momentos en
los que cualquier evento puede romper el precario equilibrio entre la oferta y
demanda de divisas. La eliminación de
esta retención en la fuente puede contribuir a unir dos segmentos del mercado
en los que hoy en día existe una diferencia del cinco por ciento. La integración del mercado cambiario no solo
mejora la eficiencia sino que, además, puede contribuir a una pequeña disminución
en la inflación como consecuencia de una moderación en el crecimiento del dólar
oficial.
En estos momentos tan
difíciles para el país lo que realmente se necesita es que las autoridades que
tienen algo de credibilidad ejerzan su liderazgo. El pueblo colombiano espera que el Banco de
la República y los gobiernos locales que todavía conservan la legitimidad de su
mandato llenen el vacío que ha dejado la crisis en el gobierno central.
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