lunes, 7 de marzo de 1994

Recordando el 92

Todas las discusiones serias sobre el tema ponen de manifiesto que el origen del apagón se origina en la equivocada decisión de desacelerar los grandes proyectos de inversión.

En esta semana se cumplió el segundo aniversario del apagón de mil novecientos noventa y dos. El recuerdo penoso de los trece meses se revivió con el apagoncito del martes pasado. Las dos horas de apagón revivieron para muchos los inconvenientes vividos a lo largo de trece meses que ensombrecerán perennemente a la administración Gaviria. Como en todos los aniversarios, la ocasión es propicia para reflexionar sobre lo que nos enseñó tan amarga experiencia.

Todas las discusiones serias sobre el tema ponen de manifiesto que el origen del apagón se origina en la equivocada decisión de desacelerar los grandes proyectos de inversión. Guillermo Perry, el primer Ministro de Minas y Energía de la Administración Barco se equivocó en materia grave al aplazar la entrada de los principales proyectos hidroeléctricos. Los altos costos que tuvimos que pagar por aplazamiento de los proyectos son inmensamente superiores a los precarios beneficios que pudo obtener el país por el cambio súbito en sus prioridades de inversión. Alterar el ritmo de inversión de proyectos de tal complejidad nunca puede ser considerado como un buen elemento de control macroeconómico. Es evidente que el equilibrio macroeconómico debe lograrse a través de políticas de carácter general sin tener que entrar a cambiar los planes de trabajo de un proyecto en ejecución.

Un segundo error que nos llevó a los problemas del racionamiento es haber basado el desarrollo del sector eléctrico en proyectos hidroeléctricos. Generar energía con agua y no con carbón puede resultar más económico en el corto plazo especialmente cuando hay abundancia de agua. En el largo plazo, en una economía en que hay escasez de capital y en la que hay una mayor incertidumbre en los proyectos hidroeléctricos puede resultar contraproducente depender demasiado en la generación basada en el agua. Los retrasos originados por problemas debidos a las condiciones geológicas y a la alta rotación en las directivas de las empresas pueden acabar con las ventajas relativas de los proyectos hidroeléctricos. La comparación de los costos de la energía entre Colombia y los países que nos compran carbón para generar muestra que los costos de la energía eléctrica en los países que nos compran carbón suelen ser menores que los altos costos que deben pagar los usuarios industriales y comerciales en Colombia.

El tercer error grave en materia de política energética que llevó al apagón del 92 es haber diseñado una política de tarifas que incentiva no solo el mal uso de este recurso escaso por parte de los usuarios de bajos ingresos sino que incentiva el contrabando de energía por parte de los grandes usuarios. Colombia ha abusado de los esquemas redistributivos y los ha convertido en una de las principales causas de la mala asignación de los recursos energéticos. El pensar que las tarifas no tienen ningún efecto en el consumo es una de las principales causas de la mala asignación de recursos en Colombia. Las políticas pregonadas por nuestros populistas de turno han llevado a distorsiones de gran magnitud que han resultado extremadamente difíciles de desmontar.


Una cuarta enseñanza de esta dura experiencia es que el manejo de las empresas es vital. El lograr minimizar el impacto negativo del clientelismo en las empresas es realmente importante. El buen comportamiento de EPM y el mal comportamiento de otras Empresas del sector se explica porque los ciudadanos del Valle de Aburrá decidieron minimizar el influjo de los políticos y dotaron a EPM de instrumentos que les permite operar sin tener que pasar permanentemente por el Concejo. Las mejoras institucionales logradas con el Estatuto de Bogotá pueden permitir que en el futuro la EEB pueda competir favorablemente con otras ciudades y aún con el sector privado.

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