martes, 7 de agosto de 2018

El final de la fiesta, llegó la hora de enfrentar la dura realidad

El once de agosto de 2014, cuando hice mi debut como periodista electrónico, escribí la primera entrada de mi Blog que titulé Santos II: Cuatro años, tres palabras. En esa publicación hice referencia a la idea principal del discurso de posesión del reelecto presidente. El siete de agosto de 2014 Juan Manuel Santos dijo: “A Colombia en paz, con equidad y educada, no la frena nadie.”


En ese momento analicé uno de los principales argumentos económicos de los partidarios del proceso de paz, eje de la campaña reeleccionista Santos 2014. Ana María Ibáñez, en esa época, decana de economía de la Universidad de los Andes lo sintetizaba así: Un estudio de Edgar Villa, Manuel Moscoso y Jorge Restrepo muestra que hoy debido al conflicto el PIB departamental en Colombia demora 18.5 años en duplicarse. Sin el conflicto, demoraría en duplicarse 8.5 años, es decir nos ahorraríamos 10 años (una generación)”[1]


Aplicando la famosa regla del 70, el enunciado anterior se leería entonces de la siguiente manera, En el 2014, debido a la amenaza de las FARC, la economía estaba creciendo a una tasa anual de 3,78%. Sin esta amenaza, se crecería a una tasa anual del 8,23%. En resumen, la firma de la paz aumentaría el crecimiento de la economía colombiana en 4,45 puntos porcentuales.


Algunas personas, no tan optimistas como los académicos que citaba la ex-decana de la Universidad de Los Andes, afirmaban en entrevistas a los medios de comunicación que con la firma del proceso de paz la economía colombiana iba a crecer dos puntos adicionales por año. Este es el caso de Mauricio Rodríguez Múnera, ex embajador de Colombia ante el Reino Unido, que el 24 de mayo cuándo le concedió una entrevista a Vanguardia Liberal dijo: “Pero con paz, toda la sociedad ganaría porqué la economía crecerá dos puntos porcentuales adicionales por año en el Producto Interno Bruto, PIB, que se traduce en más empleo y generaría más ingresos tributarios, que podrían invertirse en prioridades sociales”[2].

En la entrada que escribí hace 1.458 días y después de analizar la posibilidad de que se acelerará el crecimiento económico del país, llegué a la siguiente conclusión “los beneficios de la paz van a ser muy pocos durante el segundo gobierno de Juan Manuel Santos”. Las cifras del crecimiento económico al terminar el segundo período de Juan Manuel Santos así lo confirman. Mi predicción de que firmar la paz con las FARC no era una elección racional con sólidos argumentos económicos era cierta y hoy en día Colombia está pagando las consecuencias. En lugar de los 18,5 años necesarios para duplicar el PIB en 2014, ahora se necesitan 39 años para poder lograr este importante propósito pues la economía colombiana pasó de crecer al 3,8% a tan solo 1,8%.

Firmar el acuerdo con las Farc no trajo la bonanza tan anunciada en la campaña de reelección de Juan Manuel Santos[3] y por lo tanto el éxito de las políticas económicas del período 2014-2018 se encuentran en entredicho. Evaluar este período será una tarea pendiente de algún historiador económico curioso que quiera hacer un análisis de los beneficios y costos de las decisiones tomadas y sus consecuencias durante 8 años de gobierno de Juan Manuel Santos.

El balance realizado por los medios de comunicación en estos últimos días del ciclo de 8 años que se inició el 7 de agosto de 2010, no resulta apropiado por dos razones. La primera, la credibilidad de los medios tradicionales está hoy en un nivel muy bajo en parte por la fuerte dosis de mermelada repartida en los dos períodos del gobierno Santos que les resto credibilidad ante la opinión pública. La segunda, tiene que ver con la naturaleza del análisis que implica un buen conocimiento de las técnicas de medición económica que facilite claramente entender de manera sencilla todo lo que ocurrió en la economía durante los últimos dos períodos presidenciales.

Por ejemplo, Portafolio en un artículo titulado “Balance del gobierno Santos: las cifras tienen la palabra”[4] publicado el 2 de agosto de este año, toma 15 indicadores macroeconómicos que publica el Dane y el Banco de la Republica (entre otras entidades) y sostiene: “La fotografía a los números busca que sean nuestros lectores los que hagan el análisis, las comparaciones y saquen sus propias conclusiones acerca del balance del Presidente número 59 de la República.”
Consideró que, para el colombiano promedio, aquel que al final del día es el que disfruta o sufre los aciertos y desaciertos en la toma de decisiones de las políticas económicas del gobierno, leer que unas cifras suben y otras bajan sin ningún tipo de contexto a su realidad es inoficioso y no refleja el estado real de su situación económica.

Durante los últimos cuatro años, desde que inicié este camino como periodista electrónico, me enfoqué principalmente en analizar la coyuntura económica de Colombia desde el punto de vista macroeconómico. Por eso traté temas como el crecimiento económico, la devaluación, el transporte, la población, el sistema eléctrico colombiano, la corrupción y el liderazgo entre otros que me parecieron interesantes comentar.

Si recordamos aquella identidad económica que sostiene que el Producto Interno Bruto de un país, por el lado de la demanda, es igual al Consumo más la Inversión más el Gasto Público más las Exportaciones menos las Importaciones, si uno quiere hacer un análisis macroeconómico serio debe enfocarse en estos cuatros aspectos principales de esta identidad.

Como hacer un análisis de estos consume una cantidad de tiempo considerable y requiere un esfuerzo significativo, me acuerdo que dure 8 años escribiendo y publicando “La infraestructura de transporte en Colombia durante el siglo XX” con María Teresa Ramírez y el Banco de la República, en una entrada de este blog no lograría hacer una contextualización histórica de las políticas económicas del gobierno de Juan Manuel Santos.

Por esa razón en esta ocasión me voy a enfocar en dos aspectos que en mi opinión son fundamentales para entender la situación actual de la mayoría de los colombianos, un breve análisis de la situación microeconómica. Esto lo hago para que tanto mis lectores como los futuros historiadores puedan entender mejor el contexto económico colombiano en agosto de 2018, que espero contribuyan a entender el estado en que se encuentra la economía colombiana.

Como en Colombia, el 100% de los habitantes que viven en el país son consumidores de bienes y servicios y como la mayoría de estos bienes y servicios que se demandan en el país se adquieren con los ingresos laborales de la población económicamente activa, me voy a enfocar por un lado en los consumidores y por otro en un segmento del mercado laboral de este país que en mi opinión han marcado el período que va a concluir este 7 de agosto de 2018.

El primero de ellos es el auge de las alternativas de bajo costo. Me ha sorprendido que durante los últimos cuatro años los consumidores colombianos desplazaron sus compras en los supermercados tradicionales como Carulla, hacia las tiendas de bajo costo como D1; y adicionalmente he sido testigo del simultáneo éxito de la cadena Tostao’ Café & Pan.

A diferencia de épocas anteriores en las que las charlas con mis amigos se centraban en las nuevas opciones que teníamos los consumidores colombianos, como por ejemplo cuando llegó Carrefour a Colombia en 1998, en las que uno encontraba una gran variedad de artículos de todas partes del mundo de una calidad superior a lo que uno estaba acostumbrado en los supermercados tradicionales. Además esta compañía ofrecía espacios amplios dónde se disfrutaba una mejor experiencia de compra muy diferente a lo que habitualmente se experimentaba al ir a las tiendas Éxito en la década de los noventa. Hoy en día no es extraño que en las charlas de amigos se hable de las ventajas de tener una sola variedad en las tiendas D1 y en la muy buena relación calidad-precio de esta única variedad disponible.

Lo que me parece aún más negativo es que las personas están racionalizando que sustituir las compras en un supermercado tradicional por una opción de bajo costo, donde las opciones de compra están limitadas, es positivo y beneficioso para ellos. La realidad es que el ingreso disponible de las personas no está alcanzando a mantener su estilo de vida al que estaban acostumbrados y la gente está tratando de reducir sus gastos recortando en lugares donde creen que no los afecta. Es muy común escuchar “Yo compro en D1 todos los productos de aseo porque no necesito comprar en Carulla una marca que es más cara y hace lo mismo”.

A un ritmo mucho más rápido se han expandido las tiendas Tostao’ Café & Pan. Estas tiendas ofrecen una alternativa a los productos que vende Oma y Juan Valdez a unos precios más bajos. Estas tiendas, al igual que las D1 y similares, ofrecen menos opciones y limitan los medios de pago.

Tostao ha abierto tiendas en sitios para todos los estratos y su éxito es notable en sitios en donde existen alternativas como las ya mencionadas Oma y Juan Valdez sino también las internacionales como Starbucks, Lina´s y Eric Kayser.

El éxito de estos formatos muestra, en mi opinión, una jugada empresarial muy interesante pues ha ofrecido opciones que antes no estaban disponibles en el mercado que refleja la realidad económica del país. Sin embargo, el éxito de estos modelos de negocio nos puede estar alertando sobre la crítica situación de los consumidores y la salud de la economía. Por ejemplo, Mitchel Voss en un artículo titulado “Retailing in Tough Economic Times: The Impact of Recessionary Shocks on Discounters´ Success[5]”, expone claramente cómo afecta los patrones de consumo en Estados Unidos las recesiones económicas, lo que nos lleva a preguntar si los consumidores colombianos están atravesando por una recesión.

Para finalizar este análisis, me gustaría mencionar el segundo elemento que se debe tener en cuenta al evaluar el éxito o fracaso de las políticas económicas de Juan Manuel Santos. Este es el mercado laboral. En estos cuatro años este mercado se ha deteriorado notablemente. Lo que uno observa en su actividad diaria es que la mayor cantidad de empleos que se están generando en las ciudades son informales. Dos casos que me han llamado la atención es uno al que llamó el fenómeno de “los compradores ambulantes” y otro el de los “conductores asociados” de Uber y Cabify.

En Bogotá, Rappi, Uber Eats y Domicilios.com son compañías que prestan servicios de mensajería a los consumidores colombianos a través de aplicaciones en el celular que le evitan a sus usuarios hacer colas en los restaurantes haciendo pedidos a domicilio. Adicionalmente en el caso de Rappi, la aplicación móvil les permite a las personas hacer mercado en Carulla a través del celular y recibirlo en su domicilio y también le da la opción de recibir efectivo con la modalidad de RappiCash. Al igual que su contraparte de trabajo informal como lo son los vendedores ambulantes, estos “compradores ambulantes” se han apropiado del espacio público frente a los supermercados y en algunos de los restaurantes ubicados en las zonas especializadas en este tipo de servicios en Bogotá. No es inusual leer en El Tiempo artículos donde la ciudadanía o el editor en jefe se queja de las externalidades negativas que aplicaciones tipo Rappi le generan a la ciudad[6].

El crecimiento de los rappitenderos ha sido tan acelerado que esta compañía muy claramente ha excedido el uso eficiente del recurso humano. Por cada pedido que se realice hay un número plural de trabajadores dispuestos a hacer la entrega. La fracción de tiempo realmente productivo entregando los pedidos es cada vez menor.

Por la manera como se utiliza ineficientemente el recurso, es claro que el riesgo de demanda no lo está asumiendo la empresa, sino que se le está transfiriendo al trabajador. Contrario a los deseos del gobierno de crear empleos de calidad en el que se reconozcan las prestaciones sociales y en el que el trabajador tenga seguridad social, los creados por estas empresas son muy precarios. La pregunta clave sería si este negocio es viable, teniendo en cuenta que hay más de 15.000 rappitenderos, con trabajadores formales que gozaran de todas las prestaciones legales. Teniendo en cuenta que para ser rappitendero o domiciliario el trabajador necesita contar con un medio de transporte que en muchos casos es una moto, un celular inteligente con plan de datos robusto que pueda manejar tanto la aplicación como el programa de navegación para llegar a entregar los pedidos en menos de 30 minutos, los costos de esta actividad son mayores a un de empleado que devengue el salario mínimo.

Más aún, con la inmigración venezolana la situación se ha deteriorado notablemente pues los recién llegados han encontrado en este tipo de trabajo una oportunidad de supervivencia y salvación.

Otro punto de entrada al nuevo mercado informal es el de Uber y Cabify, en este caso ya no para las personas que tienen una bicicleta o motocicleta, si no los que tienen un automóvil. Para mi sorpresa muchos de los conductores han entrado al negocio en jornadas parciales que les permite mejorar sus ingresos trabajando en horario adicional. Hace poco me encontré con un señor que trabajaba independiente como publicista, pero había entrado a Uber no por gusto sino porqué los ingresos de su profesión le eran insuficientes. A diferencia del conductor de un taxi que ahora ha comenzado a cotizar a la seguridad social, el conductor de Uber está por fuera del sistema formal, no solo en cuanto a la regulación de la prestación del servicio sino también a en cuanto a la ley laboral.

Y es que estás dos nuevas formas de empleo informal se suman a las tradicionales que ya existen en Colombia. Los vendedores ambulantes siguen invadiendo los andenes como forma de ganarse la vida. Los bicitaxistas y mototaxistas en todas las ciudades y municipios de Colombia tienen que recurrir a estos oficios porqué el país no ofrece empleos de calidad. Además, los cobradores del paga diario en las distintas regiones del país, en mucho caso jóvenes hijos de agricultores o personas humildes, que saben que los salarios del campo nunca serán tan atractivos a los que ofrecen esta actividad ilegal.[7]

¿Y nos preocupamos de que en Colombia muy pocas personas se alcanzan a pensionar?

Del breve repaso de algunos acontecimientos de los últimos cuatro años me queda claro que los grandes beneficios de la paz no se han materializado y más bien la situación general es más precaria a la que se encontraba el país hace 4 años. Los consumidores han tenido que acudir a las tiendas de descuento y la gente común y corriente ha tenido que buscar un empleo precario para poder subsistir. El panorama es desalentador, ojalá esta situación se pueda revertir en un futuro próximo. Es el reto que tiene nuestro próximo presidente, que en vez de recibir una herencia está recibiendo una bomba de tiempo.




[7] Para no alargar el tema de la informalidad no he tratado, el caso de los cultivadores de coca ni la minería ilegal ni el negocio de las madames.


9 comentarios:

  1. Don Alvaro, muy buen analisis.

    Yo siempre sustuve que los ahorros y beneficios de la paz con las Farc eran exagerados; recuerdo de un analisis que cuantificaba a 10 años ahorros de Col$289 billones, y paragrafos mas abajo de que se necesitaban impuestos por Col$300 billones para reparacion y consolidacion de la paz; es decir nos clavaron los impuestos y los beneficios no se vieron

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    1. Apreciado Mario, muchas gracias por lleer la entrada y por sus valiosos comentarios.

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  3. Don Alvaro, ha visitado alguna vez a Alemania u Holanda? La cadena de viveres más grande es Aldi, formato que inspiro a los D1 en Colombia. Si usted toma el hecho que en Alemania la educacion superior es gratis, viven en arriendo, compran en Aldi y no usan tarjeta de credito, seguramente la proxima vez que Ud. vea a un aleman, le dara limosna. Su analisis economico no es fundamental, sino de amateurs en cafeteria. Apostarle a la loteria del petroleo es una virtud que a veces premia tanto a los buenos y los malos gobernantes cuando los precios son favorables, pero cuando los precios son malos, desnuda la cruda realidad. Finalmente, una economia de mercado deberia estimular la competencia y ante la carencia de mecanismos de control contra practicas ilegales como la colusion de mercados, seran bienvenidas las empresas que lo desafien. Bien hace falta un Uber o un D1 en la banca, las telecomunicaciones, la educacion, transporte de carga, combustibles y un sinumero de bienes y servicios que hagan más competitivo al pais.

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    1. Muchas gracias por leer mi blog. Estuve en Alemania en 1963 y volví en 1982. También estuve en Holanda en 1963. En 1963 me impresionó la gran diferencia entre Berlín Oriental y Berlín Occidental, los guardias de Berlín oriental no pedían limosna sino un cigarrillo porque no se conseguía nada en el régimen comunista. En 1982 cuando regrese, me impresionó que en Bonn no había tiendas ni restaurantes que aceptaban tarjetas de crédito. Espero volver a ir muy pronto a Alemania y ver como ha evolucionado la unificación de este país después de la caída del Muro de Berlín.
      No me parece que en la entrada toque el tema del petróleo, entonces no entiendo la razón de ese comentario.
      Evidentemente, el análisis es dirigido a los más de amateurs pues pensé que esa era la manera adecuada de poner algunos de presente algunos comportamientos que he visto en Colombia durante los últimos cuatro años que me parecen son puntos muy importantes.
      Al leer sobre Aldi me doy cuenta de que su auge estuvo asociado con los tiempos posteriores a la Segunda Guerra Mundial, una época de grandes sufrimientos para los alemanes en la que la iglesia colombiana hacia colectas para enviar ropa a Alemania que pudiera servirles para soportar las incomodidades del invierno. Si usted lee el artículo de Mitchel Voss, él dice que estos cambios en el consumo a los "Hard Discounts" permanecen en el tiempo. Reitero las gracias por visitar el blog y comentar esta entrada.

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  4. Dn Alvaro: Es un comentario juicioso, de lo que estamos viendo en el día a día. En cuanto al empleo, le adicionaría, lo mal pagos que están nuestros profesionales. La invasión de profesionales venezolanos, que han afectado el mercado laboral, no hay política de estado a lo que está sucediendo. El número de empresas que han cerrado o declarado en concurso de acreedores o quiebras.

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  5. Como siempre, una clase magistral de economía de todo un PhD. Donde me surge la duda es si estos son signos de recesión o de nuevos modelos de desarrollo. Mirando esta situación con respecto a España, la desigualdad es nuestro lastre. En Colombia el trabajo precario y ese consumo limitado, solo afecta a una parte de la poblacion. En otras aún tenemos salarios muy altos, que aquí serían soñados y por eso marcas como Zara o Mango se dan el lujo de cobrar 2 y hasta 3 veces más por la misma prenda de ropa en Colombia. En Europa tanto la precariedad laboral como las opciones de consumo "low cost" existen y se han popularizado en muchos sectores (airbnb, gloover, deliveroo, pasando por outlets de ropa y aerolineas) que obviamente la gente vive con un "estado de bienestar" = subsidios. Lo q creo q puede pasar es que que lleguemos a una situación de "mileurismo" donde la gran masa de la población tendrá un salario medio que le obligue a complementar con esos trabajos precarios y se reproduciran las opciones de consumo "low cost" -Mercadona, Aldi, Lidl, D1- (que debo reconocer que tienen buenas opciones para romper ciertos monopolios de empresas tradicionales de la industria de consumo masivo). También me surge la pregunta si esto es una consecuencia directa de un gobierno o es la ola en la que está el mundo. El cuento de la economía colaborativa que termina en este tipo de opciones de consumo, muestran una realidad en muchos países y no estoy segura si Colombia con Santos o sin Santos podía haberse abstraído.

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  6. Como siempre, una clase magistral de economía de todo un PhD. Donde me surge la duda es si estos son signos de recesión o de nuevos modelos de desarrollo. Mirando esta situación con respecto a España, la desigualdad es nuestro lastre. En Colombia el trabajo precario y ese consumo limitado, solo afecta a una parte de la poblacion. En otras aún tenemos salarios muy altos, que aquí serían soñados y por eso marcas como Zara o Mango se dan el lujo de cobrar 2 y hasta 3 veces más por la misma prenda de ropa en Colombia. En Europa tanto la precariedad laboral como las opciones de consumo "low cost" existen y se han popularizado en muchos sectores (airbnb, gloover, deliveroo, pasando por outlets de ropa y aerolineas) que obviamente la gente vive con un "estado de bienestar" = subsidios. Lo q creo q puede pasar es que que lleguemos a una situación de "mileurismo" donde la gran masa de la población tendrá un salario medio que le obligue a complementar con esos trabajos precarios y se reproduciran las opciones de consumo "low cost" -Mercadona, Aldi, Lidl, D1- (que debo reconocer que tienen buenas opciones para romper ciertos monopolios de empresas tradicionales de la industria de consumo masivo). También me surge la pregunta si esto es una consecuencia directa de un gobierno o es la ola en la que está el mundo. El cuento de la economía colaborativa que termina en este tipo de opciones de consumo, muestran una realidad en muchos países y no estoy segura si Colombia con Santos o sin Santos podía haberse abstraído.

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    1. Muchas gracias por el comentario. Estoy de acuerdo en que hay tendencias de largo plazo que apuntan en la dirección anotada en el Blog. Biene a mi memoria el libro de Moisés Naim el fin delpoder. Lo que encuentro interesante es recalcar que la adopción de estas innovaciones tiende a hacerse en épocas de crisis, que llevan a los consumidores y trabajadores a dar el paso hacia las alternativas de bajo costo y de trabajo informal.
      Esperemos que los ánimos se calmen para poder realizar una juiciosa evaluación de los cuatro años transcurridos desde el inicio del Blog.

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